Cada esfuerzo tiene una recompensa y generalmente es el logro de un objetivo o la superación de una meta trazada, a estos dos se le suman la posibilidad de plantearse nuevos retos y seguir creciendo, por eso, cada cosa que consigas realizar y sea productiva, positiva, disfrútala, regocíjate del fruto que has cosechado.
Si trabajaste debes tener una remuneración, y de esa remuneración tienes que obtener un beneficio: comprar comida, ropa, enseres, disfrutar de un momento de esparcimiento y reconocimiento por sí mismo, de que ha valido la pena hacer todo ese esfuerzo, tiene un alcance y una valoración y eso es lo que motiva para retomar las acciones y no parar cuando se ha conseguido un solo objetivo o se ha superado la primera meta.
Daté crédito
El mérito no es únicamente otorgado por terceros, es reconocimiento de uno mismo como partícipe principal del logro recién disfrutado. Por eso, cuando hagas algo, dale crédito a tu esfuerzo, enséñale a tu mente que lo que haces tiene un significado y una utilidad, forma parte del disfrute de ese logro. No se trata solo de salir corriendo a gritarle al mundo un “Eureka” como hacían los filósofos y científicos del pasado, o de salir a celebrar porque te has graduado y botar la casa por la ventana en una fiesta, no es lo mismo hacer fiesta que celebrar, no es lo mismo disfrutar que vanagloriarse; se trata del reconocimiento de una verdad de vida que tiene que servirte para crecer, el poder decir: “Yo lo hice” “yo pude” significa también: “yo lo he hecho, pude hacerlo y podré hacerlo… lo haré de nuevo y lo haré mejor” porque en el éxito está la motivación para más éxito. Y en el éxito está la prosperidad, si supiste como administrar los recursos, como emplear tus habilidades y destrezas, como hacer valer tu conocimiento y darle valor a tu esfuerzo, ese logro será disfrutado y repetido una y otra vez.
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